La naturaleza muerta: otra forma de movimiento.
¿Qué son las naturalezas muertas? ¿Por qué han sido tan importantes para la historia del arte a pesar de haber sido catalogadas con un género menor de la pintura? ¿Son acaso las naturalezas muertas un recordatorio de la vida misma?
El bodegón (still life) o la vida quieta es la vida en pausa, en oposición al movimiento. Esta manera de aproximarse a la naturaleza caracteriza a toda una corriente pictórica enfocada en crear composiciones a partir de objetos generalmente orgánicos y, la mayoría de las veces, sin ninguna presencia humana. Las representaciones de los still lifes tienen como motivo las cosas inanimadas: naturales o hechas por el hombre. Así, se pueden ver en estas escenas elementos de la naturaleza que son tomados de su hábitat natural, como una manzana de un árbol que después es dispuesta sobre el linezo en una canasta, o un ramo de lirios cortados que luego se sostienen dentro de un jarrón. O un pollo en el horno, cuya carne está por volverse alimento.
Es de estas imágenes que probablemente se haya tomado su término en español: naturalezas muertas. También se incluyen otra clase de objetos sin alma, sin naturaleza, producidos por el hombre como ornamentación o instrumentación. Jarras, copas, cucharas, instrumentos musicales u otros artefactos que dependen de la época histórica en la que estas representaciones hayan sido realizadas.
Los still lifes muestran escenas de la vida ordinaria, con objetos de la vida cotidiana. Así, su carácter inanimado, sin vida, paradójicamente se activa, cobrando significado en el uso y el espacio en que aparecen. Su naturaleza se vuelve social y económica. ¡Qué tipo de material, de marca, de clase o de ambiente representan? Pictóricamente, los bodegones (o still life) fueron pioneros en el realismo, permitiendo a los pintores observar temas de la realidad que son ajenos a los mitos y a los aspectos religiosos que durante siglos dominaron las temáticas del arte, principalmente dirigidas por la iglesia.
Las naturalezas muertas tuvieron su auge en en los siglos VXII y XVIII, pero algunas de sus representaciones más emblemáticas están el siglo XIX con Cezanne y Van Gogh. Más tarde, en el siglo XX, artistas como Andy Warhol, con sus latas de sopas Campells, o Robert Rauschenberg con sus instalaciones, crearon algunas de las escenas más icónicas de la naturaleza muerta. Estas representaciones, también conocidos como bodegones, ocurren típicamente en espacios interiores: cocinas, mesas, salas. Es decir, en los espacios de intimidad.
La naturaleza muerta, paradójicamente, está llena de vida. A través de estar como suspendiendas en el tiempo, sin vida, inanimadas, su presencia alude a la vidad misma, a las relaciones humanas que dan sentido a la existencia, así como a uno de los rituales más básicos de las sociedades: el encuentro y proceso que implica la cocina.