ASMA
Proyecto #3

ASMA
(Matías Armendaris, Ecuador, 1991 / Hanya Belia, Cancún, 1994)
La invitación a escribir supone un desplazamiento: del espacio material al espacio del lenguaje. ¿Qué tipo de apertura o resistencia encontraron en ese tránsito?
Al tener una práctica colaborativa, el tránsito de lo material hacia el lenguaje implicó una especie de monólogo interno fragmentado junto con un diálogo hacia lo externo. El proceso de fragmentación del texto surge naturalmente de este intento de incluir diferencias sin perder un hilo conductor. Tal vez en este sentido, la linealidad temporal de la escritura nos obligó a experimentar esta diferencia en una secuencia narrativa, donde la composición de los fragmentos y sus yuxtaposiciones se asemejaba a un proceso de escultura donde el cuerpo del texto se veía cortado y reintegrado de manera frankensteiniana hasta sentir que su flujo reflejara esa tensión entre dos o más voces.
¿Hay un vínculo entre el texto que escribieron y su obra, o prefieren pensarlo como un gesto independiente?
Hay muchos vínculos con nuestra obra ya que el diálogo es el centro de nuestra práctica, una parte que se queda en el estudio en su mayoría y se filtra en la obra ya catalizada en algún tipo de formalidad o simbología. Por lo general incluimos algún registro de esta ideación colectiva en nuestros archivos personales pero no salen a la luz. No habíamos tenido la oportunidad de pensar cómo trabajar esta introspección colaborativa en un texto que tuviera vida pública y por lo tanto esto nos permitió darle un giro narrativo para volver este proceso fragmentado de pensamientos, un camino más transitable, lo cual abrió de algún modo una posible vena para darle salida más concreta a este proceso tan central de nuestra práctica plástica.
¿Qué lugar ocupa la ficción (o lo poético) en su forma de pensar el arte y el mundo?
Lo narrativo y la ficción han sido grandes herramientas para intentar flexibilizar o torcer lo que se siente preestablecido. Entendernos entre nosotros es un proceso de traducción de nuestro imaginario personal individual hacia el otro para encontrar los puntos de cruce. El lenguaje es el vehículo que utilizamos para generar estos puentes de intersección. De algún modo desde una perspectiva fenomenológica el lenguaje funciona como nuestro punto de contacto y el muro divisorio entre nuestro yo individual y el mundo. Este es uno de los pilares centrales de nuestra investigación desde la colaboración, la prueba constante de este deseo de contacto que nunca se puede ver completamente realizado.
En este ejercicio donde el lenguaje escrito se volvió su principal materia de trabajo, ¿piensan la escritura como un espacio de libertad o como una zona de restricción?
En este ejercicio el lenguaje abrió un espacio de libertad en un inicio desde una acumulación, mucho más cercano a una escritura automática, recopilamos para después ir tejiendo un sentido, en esa segunda parte hubo más restricción. Este proceso fue similar al de otros medios donde el juego y la edición se complementan.
Esta antología apuesta por ralentizar, por dar tiempo a la palabra. En un presente saturado de imágenes y velocidad, ¿qué significa para ustedes detenerse a escribir?
Fue particularmente significativo para nosotros en este momento. El texto aborda esta pregunta en sí mismo y se deja perder en su propios espirales internos. Nos parece que pensar en la escritura como un ejercicio de presencia es vital para resistir una cultura de la aceleración. Se ha vuelto más evidente la necesidad de cultivar una relación hacia lo real y una responsabilidad hacia desarrollar vínculos sensibles y críticos.
¿Qué esperan que encuentre el lector en su texto?
Cosas aparentemente opuestas tal vez. Le pusimos mucho tiempo y atención a este texto, nos emociona compartirlo porque se siente fiel a nuestro proceso creativo. En ese sentido es una entrada un poco más íntima a nuestro trabajo, que atraviesa algo de lo personal y expone algunos de nuestros intereses intelectuales.



