Razones para crecer una colección de arte
Hay una diferencia enorme entre comprar arte y coleccionar arte: comprar responde al deseo y coleccionar a la responsabilidad. No hay juicios de valor en ninguna de las dos acciones, los deseos son una razón imperante. Sin embargo, pensamos aquí en los pasos que siguen a la intención de construir un acervo más allá de los intereses personales. ¿Qué sigue después de comenzar a coleccionar arte?
Cuando un coleccionista de arte persigue hacerlo con profesionalismo y responsabilidad, es también porque busca involucrarse con un acervo que trascienda la adquisición de una obra por gusto. Si bien el gusto siempre va a determinar el camino que buscamos seguir para seleccionar una obra, existe otra vía en la que se toma en cuenta el valor simbólico, ecónomico, artístico e histórico del arte. Es ese camino que se busca explorar aquí.
Al comprar una primera obra de arte la duda subsecuente sobre continuar es de los más común. Ese deseo, del que siempre partimos, busca convertirse en un ejercicio de mayor impacto e interés. No hay que olvidar que coleccionar arte implica cientos de posibilidades: preservar el patrimonio cultural de una sociedad, resguardar las expresiones artísticas de una época determinada, comprometerse con mantener con vida un legado que susbsiste con el tiempo e incidir activamente en la preservación del arte de un determinado lugar, entre otras.
En ese contexto, ¿cuáles son las razones por las que crecer una colección de arte se conviertene en una práctica importante?
1. Incrementar el valor de una colección
Después de iniciar una colección, es importante tomar en cuenta que coleccionar arte siempre se trata de una inversión, no solo en término económicos, sino también culturales, sociales e historicos. En lo referente a lo económico, las colecciones pueden incrementar su valor capital con respecto al número de obras que la conforman y, desde luego, la calidad de las piezas, que puede ser determinada por un especialista en historia del arte y valuación de obras. Entre más piezas que conformen una colección, mayor puede ser la inversión. Recordemos el caso de la Colección Macklowe, que es la de mayor valor en el mercado en la historia. Aunque se trata de colecciones mayores, se puede considerar en equivalente a las dimensiones de nuestra propia colección.
2. Apoyar la producción artística
Existe un falso mito en torno al arte: crearse por pasión y no por trabajo. El arte es una actividad laboral como cualquier otra, quizá la principal diferencia es que éste existe como consecuencia de una creatividad, un conocimiento profesional y una técnica. Los artistas, al igual que cualquier agente laboral de técnicas, disciplinas, oficios o saberes diferentes, concibe su labor como un trabajo que, usualmente, está precarizado, explotado, subestimado e, incluso, manipulado. De esta manera, coleccionar arte implica un interés por esta disciplina y al comprar una obra se apoya no únicamente la labor del artista en cuestión, sino también la producción el arte en general. Sí, se sabe que el arte es un sistema y que muchas veces es determinado por el mercado del arte, pero pensemos en coleccionismos a diferentes escalas, interesados en preservar y apoyar una disciplina que, no solo se agota en los dimensiones de lo bello por la que siempre la hemos considerado, sino por las múltiples formas que nos permiten ver, aprender, pensar y confrontar al mundo.
3. Contribuir a la conservación del patrimonio cultural
El arte es una de las expresiones humanas mas antiguas. Conocer lo que se hacía siglo o milenios atrás permite también conocer nuestra historia y preservar nuestra memoria. No se trata de perseguir la idea común de «conocer el pasado para entender nuestro presente», sino de comprender la relevacia que existe en las formas de hacer nuestra realidad desde una perspectiva poética pero también crítica. Los acervos de objetos, archivos de documentos o colecciones de arte permiten, de una u otra manera según sus particularidades, acercanos a realidades y narrativas que pueden incidir en nuestras dinámicas o formas de pensamientos actuales. De esta manera, al ser un coleccionista también se abre la oportunidad de resguardar los intereses, gustos, memorias, dinámicas y saberes de ciertas épocas, geografías o sociedades.
4. Generar un patrimonio personal
No, no está mal pensar que la inversión en arte también puede ser una vía para la preservación de un patrimonio personal o familiar. El coleccionismo de arte es una práctica compleja que involucra varias aristas que se insertan en las dinámicas tanto intelectuales como económicas. La diferencia está en realizar un coleccionismo que esté involucrado con la creación del arte o hacerlo desde otros supuestos. Incluso si una colección no se pone en venta por futuras generaciones a de las que comenzaron con la práctica de coleccionismo, un acervo puede continuar presente y generar activos en la medida en que se mantenga en las condiciones óptimas y con la preservación necesaria.
5. Nutrir el interés creativo, intelectual y personal
Lo sabemos, coleccionar arte cuando hay un interés genuino no suele ser una actividad caduca. Se puede ser utópico o ingenuo con respecto al coleccionimos de arte, pero de igual manera es importante pensar en lo importante que resulta dar continuidad a la lódiga de la importancia, la relevancia y la preservación del conocimiento. Porque el arte lo es; más que un objeto bello, poético o político, el arte es una forma de conocimiento de la que se desprenden esas incidencias en torno a la belleza, la poesía y la política. Así, dar continuidad al interés por coleccionar es también una forma de incidir social y culturalmente, adoptando un papel activo en lo referente a nuestras propias pasiones, pero también las de una sociedad interesada por fomentar y tener acceso al crecimiento creativo e intelectual.